se alquila...

*cuerpo deshabitado de cerebro
*en zona nómade
*tres ambientes de locura
*dimensiones variables
*paredes barba bi capa
*felicidad impermeable
*piso de callos rumanos color ocre
*pulmones en remodelación
*amplio livinrrúm peludo-luminoso
*balcón terraza de largas cabelleras
*detalles de terminación de primera calidad pero sin terminación
*mucho confort de quien espera una inquilina sensata

el agua debe aprender a nadar

Ella vive en la ciudad de la fobia; aunque vive es una forma de decir. Sería más acertado decir que cada tanto la invade la sensación de estar viva. Piensa en él, por él, qué él, cómo él...y se pierde en sus propias palabras, ese limbo que sólo ella quiere transitar.
Por momentos las palabras que piensan sus personajes, son sus palabras:
- Es que pasado presente y futuro son lo mismo. Hace 30 años vinieron los punks con su historieta del "no-future" como si hubieran inventado la pólvora. Sin embargo, hoy hay menos no futuro. Que el mundo no ofrezca otra cosa que canibalismo se corresponde con la falta de religiosidad de las personas. Aunque haya miles que vayan al templo y recen y crean Sus Dioses, no son personas religiosas; la solidaridad la practican de la boca para afuera, nunca con las manos y, sobre todo, sus corazones insisten en ir por el pedazo ciego del camino.
Ella puede seguir hablando, sin embargo su autora decide que debe hacer una pausa. Guarda para su personaje el argumento más filoso, el que hará que uno más uno deje de ser uno. La autora no soporta que su personaje masculino ni siquiera atisbe a mover su boca. Entonces sigue su ella:
- El judaísmo es la religión facista por excelencia. Ser judío significa pertenecer al Pueblo Elegido, no serlo significa malinterpretar a Dios. Ser ateo es pertenecer a otra esfera, fuera de lo real. No importa cuánta sangra corra en pos de ese pedacito de tierra que Dios les dio por decreto. Los cristianos derivan del judaísmo, y el símbolo que los representa es un elemento de tortura inventado por los Romanos.
Él sigue sin hablar, sin poder, sin ganas. Guarda todas sus fuerzas para secar sus lágrimas, que no son de alegría. Ella es dueña y señora de todo; acción, diálogo, observación. Ve cómo llora él y concluye, terminante:
- Tus lágrimas hechan luz a mis pensamientos; ponen blanco sobre negro. No estamos más...
Sale del departamento de él. Afuera no la espera otra cosa que una puta miope y acorazada, incapaz de distinguir una lágrima de un salivazo. Y en el gesto de levantar el brazo para que frene el colectivo, seca rápidamente una lágrima que no es de emoción.

Él se levanta con la sonrisa de quien cree que la belleza también existe. Lava sus dientes con resaca, enemiga nata para el recuerdo del sueño. De hecho, lava sus dientes y la espuma del dentrífico se le confunde con espuma de mar, escupe y piensa que está por comenzar la noche. Que afuera está el camión, esperando.
Él se mira en el espejo con el asombro de quien descubre algo viejo.
Se viste en apenas segundos y transita su huella hasta el pueblo.
Ella esgrime un altar en el campo de su memoria, se deja llevar con la desazón que deben sentir las hojas ante el huracán.
Entonces ella: ella, ella y ella.
Él y ella, ella y ella. Cada día que pasaron juntos, una nitidez indiscutible. Aunque arrastrado por el huracán, él duda de la existencia de ella. ¿Acaso no es ficción? ¿Una posibilidad? Aparece agua y espuma de mar, una puesta de sol, hendrix suena en un parador de playa y ellos dos. Caminan de la mano. Frenan, se besan. el sol cae con la furia de una liebre domesticada. Ellos insisten con esos pequeños viajes entre la arena y el agua, entre el agua y la arena. Aún hay sol, pero ya es de noche.
Pregunta por pasajes al sitio más liviano que exista. Rescata las últimas monedas de su bolsillo y paga el boleto; sonríe con los dientes de quien recuerda una puesta de sol.
Espera entre árboles y gente, la hora de partida.
Ahora mira por la ventana, conoce cada línea del asfalto. Lee un libro y las imágenes se le borran; tiene sueño. Duda si dormir o si enseñarle a los personajes del libro a mirar por la ventanilla. Opta por un café y un caramelo de menta. Espera en vano las ganas de leer. Canta para sus adentros, o, más aún, imagina el sonido global de varias canciones de Hendrix, y piensa en cómo era que pesnaba Jimi. O si acaso él sólo sentía y gracias a eso poseía esa asombrosa facilidad de transducción a través de su herramienta de trabajo, como si se tratara de poner un sello en un papel.
Ventanilla, distorsión y wah-wah, platillazo, estribillo. Él se aburre con la facilidad de quien cuenta números enteros. Entonces decide volver al libro sin ganas, y le cuesta entender el motivo de que las hojas ya no tengan sentido, como si las letras fueran otras, o, para ser más certeros, invisibles.
Cierra el libro y decide escribir una decena de argumentos para ya no ser feliz, ni jugar como un chico, ni tener novia. O querer viajar a un lugar liviano.

asco histórico

tantos años de ignorar la alquimia de la lombriz.
de la inexistencia de todo.
de los defectos de la perfección.
de Dios.
de la omnisciencia del agua.
de la invención del tiempo.

tantos sin hacer pozos en la tierra.
sin creer en la Madre de todos nosotros.
creyendo que hay motivo para la música.

tantas noches aspiré la niebla y el smog
y saqué el boleto de 80 para volver
a un departamento con un cuarto
con una cama, mía.

tantos insultos al amor hicieron que me enamore.
tantas loas a la soledad hicieron que me llene de amigos y de marcas en el cuerpo.
síntomas de un pasado repleto de abundancia y buena estrella.

tanta luz que no ilumina sino enceguece.
tanta guitarra a la luz de un fuego en horas de dormir.

tantos chicos aprendiendo historia y derecho en los colegios.

tanto no estado y caos envuelto en celofán.

tanto código de barra en cerebros imantados, enfermos.

tanto vagabundo triste pero libre.
tanto rico feliz con su encierro.
tanto preso con ganas de robar.
tanto mediocre que opina sobre la locura.
tanta locura que impide, tanta locura que impulsa, tanta locura que calla, tanta lcoura que llora y ríe.

tanto escudo casco machete revolver para reprimir lo popular.
tanto pueblo que ignora la tinta sangre de gente de pueblo.
tanto ruego inválido.
tanta sabiduría desempleada.

tanta angustia saliendo por los ojos.
tanta flor que repele el dinero.
tantos pares de piernas que saben correr (y no van a ninguna parte).
tantos pares de ojos que aún distinguen el refugio del abismo (y sólo miran lo que les conviene).

tanta angustia no puede ser auténtica.
tantas palabras no pueden tener sentido.

amigos recurrentes

"¿cuantos caminos debe caminar un hombre para ser llamado hombre?" (dylan)
kandinsky
picaso
botero
dali
stravinsky
mozart
johann sebastian
strauss
kerouac
cortazar
soriano
shakespeare
francescoli
gabriel omar
piojolopez
palermo
lugano
recoleta
monte castro
dy
ylannnn
vi
illllllllca
he
ennnnndrix
falú
úúúúúúúúúú

una estrella en colectivo

cierro los ojos

un rosa me pierde
en la profundidad
del dolor manso

la planta
de mi pie
manda savia

soy la única
planta que puede

florecen mis uñas
de humo dulce
y sueño de espinas
en el camino

solo
soy la única
persona
deprimida
del mundo
y lo sé

gol de rebote

yo pisé el paraná
yo nadé en iruya
caminé por el fuego
en el perito moreno

bailé en san martin
hice dedo en moquehue
armé mi carpa en valles sierras
tierra sin nombre

caballito salvaje la vía del tren
caballito salvaje recorriendo azul
caballito salvaje en lanús
cabaliito salvaje la vía del tren

china la angostura

voy a escribir mal y pronto. desprolijo. sabrán disculpar o dejarán de leer.
estoy harto de la historia con mayúscula; sólo voy para donde sople el viento. no sé ni quiero saber lo que hago. sólo sé...
durante el viaje de veinte horas pensé menos que un canguro, leí a henry miller, la ventana mantuvo a mis ojos contra el asiento, mi memoria le tomó recuperatorio a mi ansiedad.
el chico que llevaba la comida era tan atento que parecía amanerado. disfrutaba hondamente de servir al micro. pasó con caramelos, una bandeja con sanguches y dulzores varios, líquido: agua coca o sprite, merienda -café té o mate cocido- con algunos saladitos, un aperitivo de jerez y canapé, cena fría -papa hervida y jamón crudo-, agua coca o sprite, cena caliente -peceto con papas-, más y más líquido, postre al que después completaría con whisky o tía maría para ver la peli. con el sol, desayuno sumado a una masita seca y un caramelo.
-chevalier chevalier chevalier morrisey morrisey morrisey-
...había olvidado que en la primavera todos se enamoran... o ese es el mito. todo crece. tal vez sea un colgado o un loco, o quizá sólo esté actuando como consecuencia de los ciclos de la tierra... ahora no puedo escribir poesía, estoy en esos momentos donde entiendo cabalmente que ver la montaña con nieve es mucho más lindo que escribir sobre la montaña, o sobre la nieve, o incluso en la cima de la montaña nevada. además no hay muchas noticias en mi interior, prefiero llamar al silencio a ver si quiere charlar un rato. quiero aprender de él un par de cosas. espero que esto no ofenda ni preocupe a familiares ni amigos. de hecho yo pretendía de este blog un espacio para la literatura, para las creaciones de la mente. ¿o será que mi vida...?
no sé cuando empezó este viaje, de hecho ignoro si estoy viajando. no me pidan precisiones. hay algo de cierto en que la noche de buenos aires también me va a extrañar un poco a mí, como que también vuelvo aquí, a china...
ahora soy un poco más amigo de la ruta y el tiempo. hay un perro que ama jugar más que su propia vida y sale a saludarme cada mañana. jugamos.... permanezco lejos de mis cosas materiales. profesión: nula. estudio el trabajo y vivo en mi interior. intento honrar a mi padre y a mi madre, no deseo la mujer del otro, tampoco rezo, tengo un muerto de risa en el placard. estoy comiendo mucho pero sin gula: hambre, tengo mucho hambre.
hay nieves, aunque lleguen tarde a mi vida. hago menos ejercicio y fumo más de recomendado por los médicos. no pienso ir a votar lo recomendado por los medios. necesito de una radio con micrófonos, de la credulidad y el facismo. la maldad es bien fácil. no tengo sustento ni un plan para tenerlo. improvisar es la clave para multiplicar el desconcierto. mi deber es que los demás comprendan que la tristeza se debe al deber. que todos deben hacer lo que quieren.
por mi parte, voy confundido; enamorado, perdido. tengo más voluntad aunque menos gracia que un pato. tengo menos conocimiento que un árbol aunque sepa hablar. menos idea que los duendes (si existen, no encuentro ese que quiera hablar conmigo). si mi vida fuera la playlist del winamp, dedico este tema a todos los que me conocen.

tagore el jardinero

Las flores de la primavera salen, como el apasionado dolor del amor no dicho; y con su aliento, vuelve el recuerdo de mis canciones antiguas.
Mi corazón, de improviso, se ha vestido de hojas verdes de deseo.
No vino mi amor, pero su contacto está en mi cuerpo y su voz me llega a través de los campos fragantes. Su mirar está en la triste profundidad del cielo, pero ¿dónde están sus ojos? Sus besos zigzaguean por el aire, pero sus labios, ¿dónde están?

R. Tagore

a casi 3 años, hago público este texto escrito hace 1. Disculpen el bajón, la no-literatura...

“El oro suele traer disgustos incalculables
lo hace al hombre despreciable,
por causas que no me explico,
convirtiendo al pobre en rico
y al rico en un miserable.”
(Abalos-Valles)


La tragedia: hoy

Cromañón comenzó mucho antes de Cromañón. Tal vez el día en que ojos corruptos, ciegos por dinero, comenzaron a formar parte ineludible del ritual rockero. Rituales que dejaron rastros; si bien no fueron pocos, fueron aislados. Y el poder tiene los medios para borrar la sangre cuando se derrama aisladamente.
Cromañón fue un proceso lento, subterráneo. Nada que un billete no fuera capaz arreglar. Esa gente que espera todo el tiempo; incluso espera la invención del billete que devuelva la vida. Lejos, muy lejos, de hacer con su propia vida algo para cuidar a los otros.
Cromañón dio a luz una noche; encendió 194 vidas, tal vez de un solo chispazo.
Pero no parió sólo muerte; dejó muchas más mentes destruidas que cadáveres.
Un poco de cada muerto, en cada sobreviviente.
Sobrevivientes que escucharon, y esto me consta de boca de un sobreviviente, cara a cara a varios familiares de víctimas diciéndoles que ellos también son responsables, culpables, de que su familiar ya no esté en el país de la carne y el grano.
“¿Por qué vos te salvaste…y él no?”, les han dicho a los que sobrevivieron a la corrupción, a los que pudieron ser sus pibes.
Esa misma pregunta que deja sin dormir noches enteras al sobreviviente.
Los familiares creyeron, o creen, en su derecho a censurar al artista que clama por el país de la libertad. ¿Acaso estar implicado (directamente) en una tragedia da derechos nuevos, o diferentes?
Familiares que reemplazaron una calle por un altar.
Familiares que reemplazaron un títere por otro; ahora no tiene pelo, y sin embargo no tiene menos manchas en su currículum. Ni escrúpulos. Es, definitivamente, la misma cara de la misma moneda.
¿Acaso hay un altar en la comisaría donde Bulacio fue torturado?
¿Y en la Embajada de Israel?
¿Y en la AMIA?
¿Acaso se destituyó “al máximo responsable político” de estas tragedias, o lejos, muy lejos de eso, se lo re-eligió?
Tanto el altar como la destitución, me hacen creer en consagraciones de Cromañón. Y digo esto, porque si de algo se encargó Cromañón fue demostrar cómo las cosas se gestan subterráneamente, y tejen un trapo doloroso, sobre todo cuando se piensa en las cientos de formas que pudo ser evitado. ¿Por qué recaemos en los mismos “errores históricos”? Y lo digo, porque compruebo con tristeza la vitalidad de Cromañón hoy día.
Cromañon no murió, fue sólo un parto.
Que dejó muchos más hijos que muertos.
Parto que continúa demostrando la falta de compromiso de nuestros funcionarios, que conforman nuestro “democrático” sistema de gobierno (K:22%). Porque Cromañón sucede a diario en su expresión más vulgar; es decir las coimas, que (¡oh no!) siguen existiendo.
Por sólo poner un ejemplo que me tocó ver, puedo hablar de la gente colgada en los estribos de los trenes. Estación Constitución, una semana después de un caso, aislado, claro, de alguien que perdió la vida por viajar en el estribo. Es difícil decirlo, pero fue fácil verlo: a dos andenes del tren en que yo iba, gente en los estribos. ¿Acaso eso no es Cromagñón? La cuenta no es muy difícil: se trata de sumar. Uno más uno. Y pido al perdón al lector por hablar con tanta liviandad acerca de la muerte de otros, pero: si la gente se muere por viajar en el estribo, no es porque ignore que viajar en los estribos es peligroso. Tal vez sea porque está apurada por llegar a su casa, seguramente después de una larga jornada de explosivo trabajo. O, con mayor certeza, porque quien viaja en un estribo cree que nada trágico va a sucederle. Pero claro, suceden. Los trenes parten. Tal vez alguien esté muriendo por esto en este momento, y aún existen más chances de que alguien esté muriendo por causas igualmente evitables.
¿Acaso un hospital sin remedios no es Cromañón?
¿Un docente que pone plata de su bolsillo para poder dar clases no es Cromañón?
¿Acaso alguien duda, de que en esta época de progresismo, se está arancelando “encubiertamente” la universidad pública, de la que tan orgullosos estamos todos?
Pero ¿quiénes somos todos? ¿Quiénes somos nosotros, “todos los argentinos”, como le gustaba decir a diegote en su programa televisivo?
Los goles de Maradona se gritaron tanto en barrio parque como en lugano. Con igual fuerza. Tal vez con igual sentimiento. Y claro, en fiorito, en fiorito y en la quiaca…
¿Somos los que fuimos a la plaza a apoyar, casi felicitar, al gobierno de facto (y genocida) que mandó chicos recién salidos del servicio militar obligatorio, a una guerra que no tenía ni pies ni cabeza? ¿Los que gritamos los goles de de sangre? ¿Los mismos que 30 años después del 76´, vestimos remeras con la cara del Che, aunque nadie se pone, ni se pondría, la que él se puso en su momento?
No logro de mí ni una respuesta: ¿Somos los mismos que en el 2003 logramos que Macri, indiscutido cómplice de los milicos, fuera a balotage con quien finalmente fue el “máximo responsable” de Cromañón?
No discuto para nada lo importante que es la destitución como precedente: sí, puede remover de su cargo a quien no cumpla con sus responsabilidades políticas, y sin que dios se lo demande. Pero también se podría encarar, de una vez, el problema de fondo. El famoso por sus ausencia “proyecto de país”. Proyecto que nosotros mismos tenemos que hacer, o mejor dicho, hacemos o ignoramos a diario.
Gente paralizada, alienada, idiotizada, eso es Cromañón, eso somos. Exacerbación del vacío televisado, de la comida chatarra para pocos, de comida en la chatarra para muchos. Porque la absoluta incomunicación en la que estamos sumergidos, tiene que empezar a cambiar el miedo en educación, la información en acción, la cooltura en cultura.
Así, y sólo así, podremos reconocernos en algún futuro bien cercano.
Así, y sólo así, erraremos menos cuando digamos todos los argentinos.
Así, y sólo así: si aprendemos de nosotros mismos, pero más aún de los otros.
Siempre hay otro camino, sólo resta comenzar a transitarlo.
Esto no acaba, todavía no empezó.

...campeones morales...

Quiero ser un poeta que contemple el mundo gracias al mundo, claro, mi destino es lo que yo quiera hacer con él a pesar de que no sea claro. Ir por el mundo dejando que fluya. Pero claro; aún a un paso de la felicidad o el poema perfecto, es comprensible la desilusión del poeta porque sabe que no puede encontrar lo que no existe. Aunque sí existen las personas y el destino experimenta hace mucho el arte de cruzarlas.
Esa noche estaba sólo solo y pretendía meter el mundo en mi bañera. Buscaba lo que ya tenía. El lago brillaba como la noche. Comencé a hablar con un ser humano que no era yo, su nombre es hugo morales, sí, era hugo morales, y en seguida la situación reclamó algo, algo que asegurara un par de horas sin preocupaciones. Ahí nomás saqué el mejor vino de la peor bodega, y mientras tomábamos la luna a pequeños sorbos nos fuimos conversando. En realidad yo no hablaba mucho, quería que morales lo haga, hasta escuchar algo verdadero. Morales dijo que robaba para subsistir.
Y yo comencé a cagarme de risa, porque es lógico: están quienes necesitan robar para subsistir porque existen los que dictan leyes para subsistir robando. Y hugo-preceptos-morales se afligió y dejó de confesarme cosas. Y se enojó conmigo.
Silencio de luna, morales afligido. Dije: me cago de risa…¿pero acaso hay algo bajo esta lengua ampollada después de oler cada estrella? Sólo muero de risa. Por supuesto muchas veces me distraigo y olvido esperar a la angustia y me cago en ella, pero en este momento me cago de risa porque es innecesario cagarse de angustia.
Morales dejó de llorarse y entonces yo confesé algo.
Quiero ser poeta pero antes ser escritor (aunque tampoco estaría mal ser una-persona-normal) y un escritor no necesita lectores sino lecturas, no necesita facturar sino fracturar, no necesita conocer al amor de su vida, sino amar la vida del conocimiento, no necesita armar una familia, salvo que sea una familia secreta, no necesita de mentiras para demostrar su imaginación, sino de imaginación para mostrar sus mentiras, no necesita una casa grande con vista al mar, pero sí la vista, la visión del mar, incluso aquí me atrevo a decir, que no le es necesario es-cribir para estar es-cribiendo (su mejor frase respira en la montaña), y mucho menos deprimirse o aislarse. La vida es un problema, y la única manera de encontrar soluciones es buscando problemas.
El lago y morales escucharon con atención cada una de mis fraudulentas palabras. Después me saludaron y fueron a sus respectivas camas, a dormir. A intentarlo.

el cielo, el barrio

TAMB TAMB /// TRU TRU TRU TRÚ /// TAMB TAMB /// TRU TRU TUTE TRÁ
Juan despertó con el ruido de los tambores y aplausos. Salió de la cama, agarró su bicicleta para ir hacia la música. A medida que pedaleaba se dio cuenta que más pedaleaba más alto iba, más pedaleaba y más fuerte escuchaba el TAMB TAMB TRU TRU TRU TRÚ. No tardó mucho en llegar hasta una nube esponjosa, rodeada de azules y celestes, también naranjas y violetas. Dejó su bici atada al arco iris, y se acercó a los habitantes de la nube.
– ¡Hola! –le dijo una chica que lo agarró de la mano y lo puso a bailar en seguida.
– Esp-espe-¡esperá un poquito! –dijo Juan, asustado–. ¡Yo no sé bailar!
– ¿Y? ¡Si te gusta bailar! A parte yo tampoco sé, pero me dijeron que se aprende fácil.
Y, sin pensarlo, Juan aprendió a bailar mientras bailaba.
Como la chica le había dicho, fue muy fácil: se dejó llevar por el TAMB TAMB TRU TRU TUTE TRÁ de los tambores que sonaban alegremente y sin pausa.
– ¿Y qué festejamos? –quiso saber Juan.
– Estamos arriba de una nube; nada puede ser tan divertido.
– ¡No! Jugar al fútbol es mucho más divertido –dijo Juan.
– Entonces podés jugar al fútbol acá arriba. Pero con una condición: tenés que jugar al ritmo de los tambores.
Desde una nube más alta, apareció una pelota nueva y grande; brillaba tanto como los ojos de Juan al verla.
Hizo jueguitos, se la pasó a cada uno de los chicos, y cuando completó una vuelta entera a la nube, pensó que era buena idea meter un gol en el arco iris, que estaba justo enfrente suyo. Apuntó.
La pelota iba directo a la franja verde… cuando justo pasó por ahí el Ángel Despistado. El pelotazo de Juan hizo que volaran unas cajas que el ángel llevaba para dios. La música dejó de sonar.
– ¿Q-Qu-Qué??? –gritó el ángel, que se había puesto rojo de furia.
– Yo no fui –dijo Juan.
– ¡Ajá! –dijo el Ángel Rojo de Furia, que lo agarró y lo puso arriba suyo.
El ángel llevó a Juan sobre sus hombros hasta la casa de dios.
– Señor dios: le traigo al culpable de que las cajas que usted me encargó ya no estén en el cielo –dijo el ángel, enojado.
– Perdón diosito –se disculpó Juan, y juntó valor para hablar –. Usted todo lo sabe, entonces sabe que yo no quise hacer mal; pateé al arco iris y justo el ángel pasó por ahí.
Escondido, desde lo alto, dios le respondió:
– Es cierto, pero vos deberías volver al barrio, ya conociste suficiente acá arriba.
Después de decirle eso, le acercó la bicicleta para que vuelva a su casa.
Juan tenía hambre y también extrañaba a sus compañeros, que seguro habían tenido un día normal en el colegio.
Sintió el viento acariciar su cara. Quiso vivir en el aire todo el tiempo.
Pero sabía que no le faltaba mucho para pisar tierra firme. Desde arriba, vio a sus amigos jugando a la pelota en la canchita de la cuadra.
Dejó su bici atada a una reja, y, con lo que aprendió en esa nube, cuando agarró la pelota hizo de cuenta que estaba escuchando música; empezó a bailar y jugar al mismo tiempo. Cada golpe de tambor era una gambeta, cada silencio un caño.
Y fue difícil de entender, para aquellos que pasaban por allí, cómo el deporte inglés se había convertido en una danza africana. Como si los chicos bailaran con la pelota.

extraño té

ella me regala
-¿a mí? ¿sólo a mí?-
orgasmos confiados
sonrisas y lamentos
por igual ella me regala
y me da vuelta
la cabeza -¿solo? ¿la cabeza?-
y gira en ella y gira dentro
se mueve -¿sigue ahí? ¿es ella?-
arriba, abajo, beso inconsistente
sale de mis brazos y larga
su reclamo al cigarrillo
post mortem
mientras spinetta fuma
-alumbra con su brasa-
este cementerio...

La cama me expulsa del dormitorio, dice que quiere estar sola. Aún conservo algo de aquello que abundaba en mí cuando niño, ese fértil equilibrio entre paciencia y maldad, esa conciencia superior que no entiende la culpa. La ducha se cierra, está cansada de vomitar. En mi adolescencia adquirí un gran talento para desperdiciar mi talento. Así como hay médicos drogadictos y analfabetos con blog. O mancos que abrazan goleadores.
Fumamos caños de escape y miramos debedés de los setenta. Nuestra rebeldía es sencilla, muda. A mi alrededor harry potter en las librerías y cines, el reggaeton en las fiestas y culos bronceados en las tapas de revistas. Solución hay una sola y es imposible: ponerse de acuerdo. Harry potter en las fiestas, reggaeton en las tapas de revistas y culos bronceados en las librerías y cines.
Existen seres misteriosos con dos almas; yo los imaginé.
Tomar ese tren en constitución… puede ser un gran placer. La noche, la ventana y no leer un buen poema.
Existen infinitas formas, de llegar a lo imposible.
El amor es una calle y como tal no tiene la capacidad de amarnos; te busco en el fondo de una botella. Poco importa la vida de los objetos. Hasta el violín más humilde tiene alma, no como cierta gente… Cuando sólo la bruma transita los adoquines de una ciudad en la que habitan millones, pienso otra cara de la soledad.
No sé qué galaxia empieza cuando te beso, pero ahí vamos.
Veo gente apiñada en una tienda de ropa, veredas con baldosas nuevas para que un carro cartonero circule sin baches: el progreso se masturba en la banda ancha del ver y sólo ver. Finaliza el film cascado por su estructura –absolutamente– lineal, su contenido –perfectamente– cotidiano y el narrador –completamente– aburrido; salgo del cine enojado –principalmente– conmigo y prometo nunca más invitar –a una primera cita– a ver una película desconocida. La fuerza de un brazo/tentáculo con perfume de mujer y las estrellas maldicen al compás de mi sombra que sonríe.
No presagio lo sensato y lo predecible, camino sin rumbo ni pretensiones.
Mi tamiz no discierne la bondad entre la bondad del tumulto hasta que fumo la seca del nevado que me pasa este amigo pasajero y desconocido. Respiro la sal del pacífico que más aquí es plata. Te busco en el fondo de un vaso de cerveza. La legalidad y el control de masas. Pregunta, desde afuera: ¿es superior a dios el poder de comprensión de los términos legales? Sí, para encontrar el equivalente a la capacidad subjetiva para describir cómo, y agruparse contra el sistema. Me refugio en el mantra de caras.
Empiezo a creer en el nihilismo. Una concha americana toma el tamaño de una caja de zapatos y luego escupe treinta kilos de bebé por una rampa empapelada con diarios que caen en la tabla de un cocinero nervioso que fuma y celebra, cuchilla en mano, la llegada de la carne fresca para el guiso. Amanezco; veo un rostro culo de botella bermellón sudar ácido; la transpiración viaja desde la calva hasta la nuca, las orejas, los huecos en sus cachetes… forma canales en los surcos de la frente rasgada, cae de a gotas directo al suelo.
Renuncié, meo. Te busco en cada pastilla de naftalina del mingitorio. No se le puede pedir psicodelia a un paraguayo espolvoreado con merca de cinco pesos la bolsita, armado con papel de servilleta de bar. Hicimos lo posible, amigo pasajero y desconocido. Las palabras/barreras no te traen, nunca lograrán hacerlo los kilómetros son más prácticos. El tren… el tren se detiene.
Los dinosaurios comprendieron; sembraron petróleo para convertirse en el motor. Pienso tu imagen y tus delirios crecen. Un par de dados ajados en sus dieciséis vértices toma una de mis manos y la arrojan a un tablero lleno de colores; pierdo un turno. Te busco en el fondo de mi bolsillo, en un par de billetes, en el fondo de otro vaso de…
Depredo, observo al fin; por las calles las caras se repiten cada tanto y es así como compruebo de alguna manera que las personas continúan habitando el cemento de forma paralela e independiente. Ellos ignoran que gran parte de mi memoria se va en guardar las imágenes de sus miles de rostros. Ellos ignoran…
El crepúsculo prende un cigarro para mentirse compañía. El peso de una orquesta que calla me recuerda que una cosa es la eternidad y otra la muerte.
Lo que dura un agujero, asoma la noche: decenas y decenas de baldosas, fondas boliches cafés; tomo todo lo que mi bolsillo puede. Te busco en el fondo de una medida de Pineral. Encuentro una galaxia deshabitada. Una mesa que no es mía con una botella que ahora sí y un vaso que no. Dentro mío hay un parlante que me aturde, un dibujante de fantasmas que sólo aprendió fantasmas. Y te dibuja.
Olvido las partes nuevas, anoto las viejas o repetidas. Quiero nada al gobierno, la imaginación al poder. La botella me considera bebible: acaba conmigo, comienzo. A buscar… entre las sábanas…

desorden

Es el éxito enlistado en mis papeles, como algo que hacer. Es la contradicción que camina mientras camino. El beso que olvidé darte, esta espera, mi conciencia, un reproche entre tangos y la promesa de dormir.
Sueño hospitalario, breve. Desayuno una extraña inversión; el hecho de tener más cansancio al despertar que antes de dormir. Enlisto, entonces: no dormir. Tal vez una siesta, tal vez otra mentira, otro atajo; algo que me devuelva a la senda fallida, y siempre ilusoria, de la satisfacción.
Si mi suerte continúa con su maniático asincronismo no me queda alternativa; desconfiar de la buena suerte. Enlisto hasta el buenos días. De mis dedos, de la planta; rara vez sigo al rocío que me regala la noche.
Vanidad aparte, tengo la obsesión de ser cada vez menos obsesivo.

hasta la victoria secret´s

Y nada moría.
Trancado, las calles de siempre. Esos ruidos me despiertan: repetí por inercia otra vez. Luego me sentí un microbio quieto: el ruido de las calles de siempre. El microbio se mueve una milésima de centímetro, en mi mapa mental: la bicicleta y su rueda absolutamente desinflada. Mas allá, nada: a cielo abierto las estrellas iluminan el alambrado de un campo suburbano. El miedo brilla y me hace reír. De él, en su cara. Y bien. Un colectivo pasa; en él voy yo, con mi croar submarino. Soy un renacuajo que sueña con una morocha que está a miles de kilómetros. Por la ventanilla, una chica pasea con su perro. La remera que viste la diseñé yo hace unos años. La chica aprovecha el rojo y me habla: “Las calles de siempre, sabés, los ruidos… ¿qué hacés, trancado, aquí mientras las estrellas y la ruta, el alambrado…” el colectivo deja atrás el semáforo, la chica, y arranca hacia ninguna parte.
Aparezco sumergido en mi ilusión; creo vivir en ese punto en el cual tengo la cantidad de adicciones que quiero a las drogas que quiero, y sólo así se percibe levemente con mayor claridad. Detenerme y contemplar es mi adicción favorita. No comprendo el absurdo mandato de castigar las adicciones, o peor aún al adicto… ¿Acaso quieren una sociedad feliz a base de petróleo y barritas de cereal? El sexo es la principal droga, que además es la droga que mueve a todas las otras drogas. Descontando que las putas siempre tienen coca, faso, paco, las más top tendrán bicho y pepa. El sexo es el túnel etéreo de la salvación. Y no se necesitan pastores, el rebaño va solo hacia la luz. La paranoia prendió fuerte entre las masas, porque el fin del mundo es imaginar el fin del mundo. Y ya hay tantos que lo hicieron, lo hacen… vos mismo lo imaginaste alguna vez ¿no? Seguro que también leíste un “Elige tu propia aventura”. Deberías tener la cabeza abierta, y deberías saber que los panfletos ya no sirven. Los partidos de fútbol se juegan entre miles y son once por lado los que miran; siempre una sola pelota. El mundo quiere volver a la piedra, y no le importará perder la ternura…

sale dios plata, entra dios cultura

No podrías imaginar como han cambiado las cosas, aquí. La revolución social ha convertido al dinero en un papel sin importancia, por lo que ya nadie lo tiene en cuenta; la gente va por la calle cantando, todos nos abrazamos con todos, se ven policías fumando porro, las viejas se quejan menos. Todo parece juerga y alegría. Todo parece. Paradójico pero recién ahora buenos aires tiene aires buenos. Y el riachuelo, es de agua cristalina. Tomé el 152, me bajé en la boca me tiré al riachuelo, conocí una morocha llamada Lhere, estaba en bi-ki-ni, le dije que era la mujer de mi vida, ella me propuso casamiento, le dije que no me gustan los compromisos, y menos con la mujer de mi vida. Le pregunté si quería que le mienta o que hable sin escupirla, me dijo que haga las dos al mismo tiempo, y yo no entendí. Entonces dije que me iba de viaje, ella preguntó si podía viajar conmigo, quería seguirme, le dije que sí pero que no que no que no. Mejor no hablar de ciertas cosas. Entonces pidió entre solemne y aburrida que le mienta: en verdad ella no era LA mujer de mi vida, se lo dije y se enamoró más de mí, y me abrazó hasta quitarme el aire, tuve que hacer un esfuerzo enorme para zafar de sus brazos, con mis últimas energías salí del agua, que ya no era cristalina; flotaban cosas, en realidad flotaba agua entre las cosas. Me di cuenta que Lhere no era precisamente una-linda-chica, y que un torrrrrrrrrrrrnado arrasó a mi ciudad. Que la mujer de mi vida existe sólo en sueños, pero no, mejor no hablar. De nuevo a tomar el 152; en la parada, gente. Se apelotonaba y se golpeaba con bastantes ganas. Unos luchaban para quedar delante otros, y otros luchaban con uno para subir antes al bondi que nos llevaría a ninguna parte. Y el bondi no venía. No, no podrías imaginar como han cambiado las cosas aquí. Una defensa hombre a hombre estúpida y rigurosa; faltaba que el volante por izquierda levantara su brazo y tirara el corner, y de esa-ingeniosa-imagen-mental me estaba riendo cuando apareció esa-caja-llena-de-asientos. Los empujones finales, yo esperé esperé esperé, y al final el colectivo se llenó tanto que el colectivero dijo: “este colectivo es colectivo, vamos vamos, al fondo debe haber lugar, vamos subieeendoooooo”. Desamanera el chofer concluyó la jugada preparada; arrancó y el colectivo colectivo me dejó afuera. Abajo quedamos nada más que dos personas. Y es curioso, porque sólo cuando estuve definitivamente abajo del bondi, miré quién-estaba-detrás de mí. Era un viejo muy simpático, y calvo, y canoso, y quejoso, y justamente ERA muy simpático. Claro, hasta que le hablé, hasta que me respondió. Empezó con su discurso nostálgico y sectario; facho para decirlo entre nos. Resultó ser que en SU época los colectiveros eran todos nacidos en Argentina y era imposible que no subieran todos, porque eran bien nacidos, en Argentina. No me quedó otro escape que bostezos esdrújulos; hice notar mi alegría de domingo a la tarde, entonces el viejo se aburrió de hablar y recién ahí cayó.
Buenas tardes señor, sí, el placer fue suyo.
Me fui, silbando bajito, y silbando bajito, casi descalzo, comencé a caminar por el parque lezama. Era domingo y la gente puebla-los-parques los domingos. Este uno de los signos de que en buenos aires no está todo perdido, de que la gente busca el verde y ama el suelo. A pesar que los otros 6 días de la semana todo se reduce a dios plata, dios-apuro, dios-obligación, a dios burocracia, en fin, la gente habitaba el parque y parecía lo suficientemente no alienada, podía sonreír si quería. Yo caminaba hasta que me senté, por ahí, y decidí no pensar (sólo pretendía respirar en paz), entonces en un descuido, mío, o suyo, que sé yo, un gato se subió a mi banco y comenzó a usarme de rascador, pasaba su cara, su cuello, su gordísimo y amarillo lomo contra mis uñas, hasta que se cansó de rascarse y se durmió en mi muslo derecho. Lo acaricié lentamente, disfrutaba en mis manos la suavidad felina, era casi demasiado; el gato llenó hasta mi tacto con felicidad. Mi tacto. La gente nos miraba (la gente es muy mirona), continué acariciándolo hasta dormirme.
Puedo delinear la imagen del gato dormido sobre mi cuerpo dormido, en ese dormido banco del parque lezama, un domingo a las 7 de la tarde, mientras caía el sol y nacía una nueva noche. Un nuevo día. Aquí las cosas han cambiado, y siguen cambiando, y en realidad es siempre igual: todo parece.
Me desperté y era de noche, el gato por supuesto que no, y reconozco que ignoro aquí cómo hice para sentirme tan bien. Bah: como siempre, mi más absoluta ignorancia.
Y justo pensé en vos.
Y que no podrías imaginar como han cambiado aquí las cosas. Ahora las cosas son otra cosa; en el parque no había linyeras, ni cartoneros, ni siquiera perros flacos, estaba solo. Incluso el viento se ausentaba por largos ratos, lo que me daba la sensación de estar más solo.
Me paré y comencé a caminar en círculos por el parque.
Y no, no-no-nnnnnn-o-no-no-no encontraba qué hacer con ese día tan raro… ¿qué hora sería? ¿adónde me gustaría ir? ¿qué quería ver?
Nada parecía tener respuesta, pero un momento determinado todo pasó a ser indeterminado; reconozco que ignoro
cómo
pero el tiempo se convirtió
en una excusa para sublimar los semáforos
y no viceversa
y me dije que si podía respirar y sublimar
y que si aún encontraba signos de vida y de amor a mi alrededor
y que si las cosas han cambiado y no van parar

yo no voy a parar

y somos muchos los que ni pensamos en parar
y sabemos que vamos a morir
sin ver los cambios por los que ya ha muerto tanta
tanta gente

las cosas cambian todo el tiempo
pero siguen siendo lo mismo (cosas)
y cada día son más absurdas (¿y qué?)

mientras, yo sueño todo el tiempo
que las cosas aquí han cambiado
tanto
que ni podrías imaginarlas
y espero que no sólo sean más fáciles
sino también un poquito menos crueles.
Que las cosas sean un poquito menos cosa.

piscina

Fluyen, como en desfile, los recuerdos más vivos de mi colección. Van con sus mejores trajes y sonrisas, delineando una trayectoria indefinida en el mapa desértico. La única ropa de la naturaleza es la sangre en la que nos bañamos.
Ruedo como una cebolla las veredas de esta ciudad, que se cortan, y lloran mis horas dentro de un silbido. El aire impuro trafica eso que respiramos, pulmones como arena en un péndulo; mis manos escupen tiempo de reojo.
Hago una rifa con el planeta, para que otra historia se vierta en tus manos. Para que tus manos me devuelvan el aliento. Porque jamás freno, salvo para vomitar lágrimas en paz.
Pienso, trato de encontrar, la relación entre un gato negro, un cowboy porteño y un rechazo. Quiero dinamitar el lenguaje, pero éste sueña, olvida o no recuerda, y toma de su copa de símbolos. Entre las infinitas posibilidades que tiene para beber, elige tomar sed. Luego pone sus manos en forma de cuenco, y sorbe sangre para que baje el bolo semántico de retina y papel, retina y papel.

que fantástica fanática esta fiesta

Querido Papá Noel:

Me siento prácticamente mal, y está bien que así sea; nunca fui un niño bueno. Comencé a ser grande, esa trágica aventura de cambiar la imaginación por miedo, y mientras intentar no volverse tan loco. Es el miedo. Va en las palabras, sobre todo en las que callamos.
El miedo, en la sangre.
Santa, quiero pedirte que me traigas nada.
Que te lleves mis cosas materiales.
¿Podrás remendar tanta malicia y pereza?
Lloro porque desconozco. Me desconozco. No puedo controlar ni mis nervios ni mis ansias ni mis pensamientos ni mis recuerdos ni mis ganas de...
Que te lleves mis cosas inmateriales, también.
No necesito mis cobardías. Basta de hablar del futuro y dejar los espacios en blanco. Basta de decir lo primero que se me viene a la mente. No callo, no caigo, de la nada a la gloria me voy, así me das más.
Ni siquiera sé por qué estoy escribiendo esto.
Veo todo pero no sé qué mirar.
Hago y me arrepiento.
Cometo muchas imbecilidades, todas juntas, mi vida es siempre de noche.
Pierdo cosas; juegos; llaves; pierdo los años. Neuronas de a miles, pierdo a cada segundo.
Cambio cosas por otras, intercambiar, prestar y las cosas siguen siendo cosas.
Cultivo malos hábitos, poco delicados, hago listas de todos mis asquerosos vicios; pero los cultivo es-tu-pi-da-men-te.
Creo en ciertas cosas y jamás develo que estoy convencido de ellas.
San Nicolás: por favor no hagas que te odie a ti también.
Le tengo más miedo a un espectáculo de lo abyecto que a la locura.
Y nada me parece una buena recompensa por amar.
Así las cosas, mi intención es amar a otro y después odiarlo para compensar.
Al final…¿todo se trata de estar sano? ¿o de estar equilibrado? La vida sería extremadamente fácil si estar sano fuera simple. Ni la medicina ni los pochoclos alcanzan, incluso muchos se vuelven locos…¿en la búsqueda de estar sano?
¿Nada me parece una buena recompensa por amar?
Quiero pedirte que todo el año haya luna llena. Que no deje de pasar el tiempo.
Que mi cuerpo siga vivo.
Ver la vida a cada instante y aspirar, luego, la angustia. Ver la vida a cada instante, o abrazar la nada. Y aferrarme a ella y a cada instante escapar.
Escapo a cada instante.
El tango en la sangre.
Es la muerte.
Primero andar sin pensamientos.
Al fin saber amar.

hidromasangre

quiero decir todo lo que quiere decir yo

siempre y cuando la ansiedad, el poder
dejen que mi torpeza innata hable, escriba

aunque lo que permanece de mí no es otra cosa que este organismo de locura
cúmulo de materia inerte que transita por ese limbo donde las ideas y la acción se turnan para arrojarse sobre el instinto

un baño de sangrespuma que me lleva a lugares encantados con seres misteriosos de piedras y cardones, capaces de recomendar…
la cobardía como leña
ponerse en las vías del tren cuando uno está por pasar
saltar de una ventana
saltar por una ventana
tomar veneno
tomar pastillas
comer kilos de chocolate (light)
comer hamburguesas fritas por payasos
pegarse un tiro en la nuca (o donde sea que estén los sesos)
o dentro de la boca (o donde sea que esté el lenguaje)
saltar por la cama
saltar de la cama
nadar
ir al trabajo;
ver a la compasión con su loro y reír sin motivo
insultar a la misericordia antes que acabe
dinamitar la poesía
procrear donde nunca antes…

quiero decir y no
es mi propia obsesión lo que me detiene
si la autodestrucción tuviera pedales apretaría el que sirve para acelerar
o intentaría ubicar el freno de mano
porque no soporto
la belleza que ostenta agonía
ni entrever por el último pedacito de ventana
cómo la esperanza juega al truco con la maldad