china la angostura

voy a escribir mal y pronto. desprolijo. sabrán disculpar o dejarán de leer.
estoy harto de la historia con mayúscula; sólo voy para donde sople el viento. no sé ni quiero saber lo que hago. sólo sé...
durante el viaje de veinte horas pensé menos que un canguro, leí a henry miller, la ventana mantuvo a mis ojos contra el asiento, mi memoria le tomó recuperatorio a mi ansiedad.
el chico que llevaba la comida era tan atento que parecía amanerado. disfrutaba hondamente de servir al micro. pasó con caramelos, una bandeja con sanguches y dulzores varios, líquido: agua coca o sprite, merienda -café té o mate cocido- con algunos saladitos, un aperitivo de jerez y canapé, cena fría -papa hervida y jamón crudo-, agua coca o sprite, cena caliente -peceto con papas-, más y más líquido, postre al que después completaría con whisky o tía maría para ver la peli. con el sol, desayuno sumado a una masita seca y un caramelo.
-chevalier chevalier chevalier morrisey morrisey morrisey-
...había olvidado que en la primavera todos se enamoran... o ese es el mito. todo crece. tal vez sea un colgado o un loco, o quizá sólo esté actuando como consecuencia de los ciclos de la tierra... ahora no puedo escribir poesía, estoy en esos momentos donde entiendo cabalmente que ver la montaña con nieve es mucho más lindo que escribir sobre la montaña, o sobre la nieve, o incluso en la cima de la montaña nevada. además no hay muchas noticias en mi interior, prefiero llamar al silencio a ver si quiere charlar un rato. quiero aprender de él un par de cosas. espero que esto no ofenda ni preocupe a familiares ni amigos. de hecho yo pretendía de este blog un espacio para la literatura, para las creaciones de la mente. ¿o será que mi vida...?
no sé cuando empezó este viaje, de hecho ignoro si estoy viajando. no me pidan precisiones. hay algo de cierto en que la noche de buenos aires también me va a extrañar un poco a mí, como que también vuelvo aquí, a china...
ahora soy un poco más amigo de la ruta y el tiempo. hay un perro que ama jugar más que su propia vida y sale a saludarme cada mañana. jugamos.... permanezco lejos de mis cosas materiales. profesión: nula. estudio el trabajo y vivo en mi interior. intento honrar a mi padre y a mi madre, no deseo la mujer del otro, tampoco rezo, tengo un muerto de risa en el placard. estoy comiendo mucho pero sin gula: hambre, tengo mucho hambre.
hay nieves, aunque lleguen tarde a mi vida. hago menos ejercicio y fumo más de recomendado por los médicos. no pienso ir a votar lo recomendado por los medios. necesito de una radio con micrófonos, de la credulidad y el facismo. la maldad es bien fácil. no tengo sustento ni un plan para tenerlo. improvisar es la clave para multiplicar el desconcierto. mi deber es que los demás comprendan que la tristeza se debe al deber. que todos deben hacer lo que quieren.
por mi parte, voy confundido; enamorado, perdido. tengo más voluntad aunque menos gracia que un pato. tengo menos conocimiento que un árbol aunque sepa hablar. menos idea que los duendes (si existen, no encuentro ese que quiera hablar conmigo). si mi vida fuera la playlist del winamp, dedico este tema a todos los que me conocen.

tagore el jardinero

Las flores de la primavera salen, como el apasionado dolor del amor no dicho; y con su aliento, vuelve el recuerdo de mis canciones antiguas.
Mi corazón, de improviso, se ha vestido de hojas verdes de deseo.
No vino mi amor, pero su contacto está en mi cuerpo y su voz me llega a través de los campos fragantes. Su mirar está en la triste profundidad del cielo, pero ¿dónde están sus ojos? Sus besos zigzaguean por el aire, pero sus labios, ¿dónde están?

R. Tagore

a casi 3 años, hago público este texto escrito hace 1. Disculpen el bajón, la no-literatura...

“El oro suele traer disgustos incalculables
lo hace al hombre despreciable,
por causas que no me explico,
convirtiendo al pobre en rico
y al rico en un miserable.”
(Abalos-Valles)


La tragedia: hoy

Cromañón comenzó mucho antes de Cromañón. Tal vez el día en que ojos corruptos, ciegos por dinero, comenzaron a formar parte ineludible del ritual rockero. Rituales que dejaron rastros; si bien no fueron pocos, fueron aislados. Y el poder tiene los medios para borrar la sangre cuando se derrama aisladamente.
Cromañón fue un proceso lento, subterráneo. Nada que un billete no fuera capaz arreglar. Esa gente que espera todo el tiempo; incluso espera la invención del billete que devuelva la vida. Lejos, muy lejos, de hacer con su propia vida algo para cuidar a los otros.
Cromañón dio a luz una noche; encendió 194 vidas, tal vez de un solo chispazo.
Pero no parió sólo muerte; dejó muchas más mentes destruidas que cadáveres.
Un poco de cada muerto, en cada sobreviviente.
Sobrevivientes que escucharon, y esto me consta de boca de un sobreviviente, cara a cara a varios familiares de víctimas diciéndoles que ellos también son responsables, culpables, de que su familiar ya no esté en el país de la carne y el grano.
“¿Por qué vos te salvaste…y él no?”, les han dicho a los que sobrevivieron a la corrupción, a los que pudieron ser sus pibes.
Esa misma pregunta que deja sin dormir noches enteras al sobreviviente.
Los familiares creyeron, o creen, en su derecho a censurar al artista que clama por el país de la libertad. ¿Acaso estar implicado (directamente) en una tragedia da derechos nuevos, o diferentes?
Familiares que reemplazaron una calle por un altar.
Familiares que reemplazaron un títere por otro; ahora no tiene pelo, y sin embargo no tiene menos manchas en su currículum. Ni escrúpulos. Es, definitivamente, la misma cara de la misma moneda.
¿Acaso hay un altar en la comisaría donde Bulacio fue torturado?
¿Y en la Embajada de Israel?
¿Y en la AMIA?
¿Acaso se destituyó “al máximo responsable político” de estas tragedias, o lejos, muy lejos de eso, se lo re-eligió?
Tanto el altar como la destitución, me hacen creer en consagraciones de Cromañón. Y digo esto, porque si de algo se encargó Cromañón fue demostrar cómo las cosas se gestan subterráneamente, y tejen un trapo doloroso, sobre todo cuando se piensa en las cientos de formas que pudo ser evitado. ¿Por qué recaemos en los mismos “errores históricos”? Y lo digo, porque compruebo con tristeza la vitalidad de Cromañón hoy día.
Cromañon no murió, fue sólo un parto.
Que dejó muchos más hijos que muertos.
Parto que continúa demostrando la falta de compromiso de nuestros funcionarios, que conforman nuestro “democrático” sistema de gobierno (K:22%). Porque Cromañón sucede a diario en su expresión más vulgar; es decir las coimas, que (¡oh no!) siguen existiendo.
Por sólo poner un ejemplo que me tocó ver, puedo hablar de la gente colgada en los estribos de los trenes. Estación Constitución, una semana después de un caso, aislado, claro, de alguien que perdió la vida por viajar en el estribo. Es difícil decirlo, pero fue fácil verlo: a dos andenes del tren en que yo iba, gente en los estribos. ¿Acaso eso no es Cromagñón? La cuenta no es muy difícil: se trata de sumar. Uno más uno. Y pido al perdón al lector por hablar con tanta liviandad acerca de la muerte de otros, pero: si la gente se muere por viajar en el estribo, no es porque ignore que viajar en los estribos es peligroso. Tal vez sea porque está apurada por llegar a su casa, seguramente después de una larga jornada de explosivo trabajo. O, con mayor certeza, porque quien viaja en un estribo cree que nada trágico va a sucederle. Pero claro, suceden. Los trenes parten. Tal vez alguien esté muriendo por esto en este momento, y aún existen más chances de que alguien esté muriendo por causas igualmente evitables.
¿Acaso un hospital sin remedios no es Cromañón?
¿Un docente que pone plata de su bolsillo para poder dar clases no es Cromañón?
¿Acaso alguien duda, de que en esta época de progresismo, se está arancelando “encubiertamente” la universidad pública, de la que tan orgullosos estamos todos?
Pero ¿quiénes somos todos? ¿Quiénes somos nosotros, “todos los argentinos”, como le gustaba decir a diegote en su programa televisivo?
Los goles de Maradona se gritaron tanto en barrio parque como en lugano. Con igual fuerza. Tal vez con igual sentimiento. Y claro, en fiorito, en fiorito y en la quiaca…
¿Somos los que fuimos a la plaza a apoyar, casi felicitar, al gobierno de facto (y genocida) que mandó chicos recién salidos del servicio militar obligatorio, a una guerra que no tenía ni pies ni cabeza? ¿Los que gritamos los goles de de sangre? ¿Los mismos que 30 años después del 76´, vestimos remeras con la cara del Che, aunque nadie se pone, ni se pondría, la que él se puso en su momento?
No logro de mí ni una respuesta: ¿Somos los mismos que en el 2003 logramos que Macri, indiscutido cómplice de los milicos, fuera a balotage con quien finalmente fue el “máximo responsable” de Cromañón?
No discuto para nada lo importante que es la destitución como precedente: sí, puede remover de su cargo a quien no cumpla con sus responsabilidades políticas, y sin que dios se lo demande. Pero también se podría encarar, de una vez, el problema de fondo. El famoso por sus ausencia “proyecto de país”. Proyecto que nosotros mismos tenemos que hacer, o mejor dicho, hacemos o ignoramos a diario.
Gente paralizada, alienada, idiotizada, eso es Cromañón, eso somos. Exacerbación del vacío televisado, de la comida chatarra para pocos, de comida en la chatarra para muchos. Porque la absoluta incomunicación en la que estamos sumergidos, tiene que empezar a cambiar el miedo en educación, la información en acción, la cooltura en cultura.
Así, y sólo así, podremos reconocernos en algún futuro bien cercano.
Así, y sólo así, erraremos menos cuando digamos todos los argentinos.
Así, y sólo así: si aprendemos de nosotros mismos, pero más aún de los otros.
Siempre hay otro camino, sólo resta comenzar a transitarlo.
Esto no acaba, todavía no empezó.

...campeones morales...

Quiero ser un poeta que contemple el mundo gracias al mundo, claro, mi destino es lo que yo quiera hacer con él a pesar de que no sea claro. Ir por el mundo dejando que fluya. Pero claro; aún a un paso de la felicidad o el poema perfecto, es comprensible la desilusión del poeta porque sabe que no puede encontrar lo que no existe. Aunque sí existen las personas y el destino experimenta hace mucho el arte de cruzarlas.
Esa noche estaba sólo solo y pretendía meter el mundo en mi bañera. Buscaba lo que ya tenía. El lago brillaba como la noche. Comencé a hablar con un ser humano que no era yo, su nombre es hugo morales, sí, era hugo morales, y en seguida la situación reclamó algo, algo que asegurara un par de horas sin preocupaciones. Ahí nomás saqué el mejor vino de la peor bodega, y mientras tomábamos la luna a pequeños sorbos nos fuimos conversando. En realidad yo no hablaba mucho, quería que morales lo haga, hasta escuchar algo verdadero. Morales dijo que robaba para subsistir.
Y yo comencé a cagarme de risa, porque es lógico: están quienes necesitan robar para subsistir porque existen los que dictan leyes para subsistir robando. Y hugo-preceptos-morales se afligió y dejó de confesarme cosas. Y se enojó conmigo.
Silencio de luna, morales afligido. Dije: me cago de risa…¿pero acaso hay algo bajo esta lengua ampollada después de oler cada estrella? Sólo muero de risa. Por supuesto muchas veces me distraigo y olvido esperar a la angustia y me cago en ella, pero en este momento me cago de risa porque es innecesario cagarse de angustia.
Morales dejó de llorarse y entonces yo confesé algo.
Quiero ser poeta pero antes ser escritor (aunque tampoco estaría mal ser una-persona-normal) y un escritor no necesita lectores sino lecturas, no necesita facturar sino fracturar, no necesita conocer al amor de su vida, sino amar la vida del conocimiento, no necesita armar una familia, salvo que sea una familia secreta, no necesita de mentiras para demostrar su imaginación, sino de imaginación para mostrar sus mentiras, no necesita una casa grande con vista al mar, pero sí la vista, la visión del mar, incluso aquí me atrevo a decir, que no le es necesario es-cribir para estar es-cribiendo (su mejor frase respira en la montaña), y mucho menos deprimirse o aislarse. La vida es un problema, y la única manera de encontrar soluciones es buscando problemas.
El lago y morales escucharon con atención cada una de mis fraudulentas palabras. Después me saludaron y fueron a sus respectivas camas, a dormir. A intentarlo.

el cielo, el barrio

TAMB TAMB /// TRU TRU TRU TRÚ /// TAMB TAMB /// TRU TRU TUTE TRÁ
Juan despertó con el ruido de los tambores y aplausos. Salió de la cama, agarró su bicicleta para ir hacia la música. A medida que pedaleaba se dio cuenta que más pedaleaba más alto iba, más pedaleaba y más fuerte escuchaba el TAMB TAMB TRU TRU TRU TRÚ. No tardó mucho en llegar hasta una nube esponjosa, rodeada de azules y celestes, también naranjas y violetas. Dejó su bici atada al arco iris, y se acercó a los habitantes de la nube.
– ¡Hola! –le dijo una chica que lo agarró de la mano y lo puso a bailar en seguida.
– Esp-espe-¡esperá un poquito! –dijo Juan, asustado–. ¡Yo no sé bailar!
– ¿Y? ¡Si te gusta bailar! A parte yo tampoco sé, pero me dijeron que se aprende fácil.
Y, sin pensarlo, Juan aprendió a bailar mientras bailaba.
Como la chica le había dicho, fue muy fácil: se dejó llevar por el TAMB TAMB TRU TRU TUTE TRÁ de los tambores que sonaban alegremente y sin pausa.
– ¿Y qué festejamos? –quiso saber Juan.
– Estamos arriba de una nube; nada puede ser tan divertido.
– ¡No! Jugar al fútbol es mucho más divertido –dijo Juan.
– Entonces podés jugar al fútbol acá arriba. Pero con una condición: tenés que jugar al ritmo de los tambores.
Desde una nube más alta, apareció una pelota nueva y grande; brillaba tanto como los ojos de Juan al verla.
Hizo jueguitos, se la pasó a cada uno de los chicos, y cuando completó una vuelta entera a la nube, pensó que era buena idea meter un gol en el arco iris, que estaba justo enfrente suyo. Apuntó.
La pelota iba directo a la franja verde… cuando justo pasó por ahí el Ángel Despistado. El pelotazo de Juan hizo que volaran unas cajas que el ángel llevaba para dios. La música dejó de sonar.
– ¿Q-Qu-Qué??? –gritó el ángel, que se había puesto rojo de furia.
– Yo no fui –dijo Juan.
– ¡Ajá! –dijo el Ángel Rojo de Furia, que lo agarró y lo puso arriba suyo.
El ángel llevó a Juan sobre sus hombros hasta la casa de dios.
– Señor dios: le traigo al culpable de que las cajas que usted me encargó ya no estén en el cielo –dijo el ángel, enojado.
– Perdón diosito –se disculpó Juan, y juntó valor para hablar –. Usted todo lo sabe, entonces sabe que yo no quise hacer mal; pateé al arco iris y justo el ángel pasó por ahí.
Escondido, desde lo alto, dios le respondió:
– Es cierto, pero vos deberías volver al barrio, ya conociste suficiente acá arriba.
Después de decirle eso, le acercó la bicicleta para que vuelva a su casa.
Juan tenía hambre y también extrañaba a sus compañeros, que seguro habían tenido un día normal en el colegio.
Sintió el viento acariciar su cara. Quiso vivir en el aire todo el tiempo.
Pero sabía que no le faltaba mucho para pisar tierra firme. Desde arriba, vio a sus amigos jugando a la pelota en la canchita de la cuadra.
Dejó su bici atada a una reja, y, con lo que aprendió en esa nube, cuando agarró la pelota hizo de cuenta que estaba escuchando música; empezó a bailar y jugar al mismo tiempo. Cada golpe de tambor era una gambeta, cada silencio un caño.
Y fue difícil de entender, para aquellos que pasaban por allí, cómo el deporte inglés se había convertido en una danza africana. Como si los chicos bailaran con la pelota.