la ventaja de ser

poema inspirado en el libro de Gutt Monjeau, escritor marplatense contemporáneo

Sueños macizos
sueños espesos
sombra que ilumina
Sueños macizos sueños espesos
tesoro de los que abrazan
Sueños
macizos sueños espesos
sin razón ni justicia
Sueños macizos sueños espesos
de color música
y barcos que recuerdan
Sueños macizos sueños espesos
las calles son palabras
las palabras son islas
las islas están cubiertas por árboles
los árboles tienen hojas
cada hoja es una palabra
“Sueñosmacizosueñosespesos”
iluminando la sonrisa de los patos
Sueños macizos sueños espesos
que contaminan al humo y nadan como si nada
como si nada de lo soñado pudiese florecer
–entre cadáveres
y bailarinas que venden ajo
en oscuras diagonales–
Sueños macizos sueños espesos
configurando el misterio
–la solidez onírica–
del corazón
(ese susurro que insiste)
Sueños macizos sueños espesos
que hacen de nosotros
un ser único
capaz de dar vida
Sueños macizos
que no salen
en televisión
Sueños espesos
que no se ven
en los clasificados
Sueños macizos sueños espesos
que tienen voz
en aquellos persiguen al amor
como un perro lo hace con su cola
o en los que son impecables
con sus palabras
–las palabras son islas
islas rodeadas de algo
que parece agua
pero son sueños–
Sueños macizos sueños espesos
anotan el paso de los días
en el reverso de las hojas
de sus almanaques crecientes
Sueños macizos sueños espesos
repetidos
como la luna maciza
–que con su cara
pareciera informarnos
que estamos despiertos porque estamos vivos
y estamos vivos porque queremos
y queremos porque estamos
mirando a la luna
con su cara
que pareciera desearnos
sus propios
sueños macizos
sueños espesos–
de cabras encapuchadas
de naipes rebosantes de esplendor
Sueños macizos sueños espesos
sin un futuro mejor
(sin un futuro)
–sin otra cosa
sólo el cuerpo
y la calle–
Sueños macizos
de líneas negras
Sueños espesos
con manchas rojas
la derrota
de la devoción
de los alcahuetes
que prometen
¡Sueños macizos sueños espesos!
la victoria de las plantas
altares hechos de música
¡basta de pan! comamos
escopetas como alimento
y que el vómito colectivo
sea un tratado de paz
Sueños macizos sueños espesos
alucinados de silencio
Sueños macizos sueños espesos
que te piden
una moneda para viajar
–como si no supieras
que los sueños
siempre la gastan en vino–
Sueños macizos
como una ruta
Sueños espesos
que se compadece a sí misma
Sueños macizos sueños espesos
te reclaman
no duermas
porque no acaban
siempre hay más
Sueños macizos laberintos
Sueños espesos Celestes
y de todos los colores
Sueños macizos sueños espesos
como un tetris infernal
cayendo durante siglos
Sueños macizos sueños espesos
ilusión – la ilusión de los locos
Sueños macizos sueños espesos
nuestra propia cuerda – ilusión
Sueños macizos sueños espesos
es todo lo que tenés
Sueños macizos sueños espesos
es todo lo que sos
Sueños macizos sueños espesos
¡¡¡ABRAZÁLOS!!!

ya él

El agua debe aprender a nadar.
El agua debe aprender a nadar.
El agua debe aprender a nadar.
Levanto la vista: “Basta de represión y muerte”. Cierro los ojos, busco en lo profundo. “Venga a Galerías Pacífico”.
Quiero sonreír. La prosa de asfalto me devora antes.
En Tucumán y Libertad el Teatro Colón. Sube un mono-gym, suben cuatro cartoneros. Tres son pequeños grandes chicos. El mono-gym y uno de los pequeños grandes chicos llevan la misma gorrita. Nike, blanca.
Playas, playas, playas para estacionar.
En los edificios placares, hijos, paraguas, restos en los tapers, restos de otros días, de placeres, de arena y sal, figuritas, perfumes, pan congelado, revistas, milanesas, calendarios, agujeros.
El caos y las duchas.
Quise decirle algo que no fuera que las horas pasan y ya no vuelven. Le dije sólo eso, lo que debía salir. Pero ahora le diría…
Te espero, aquí, en el mar. El agua debe aprender a nadar, y yo a cantar, si quieres escucharme.
Sueño con perros. Como todos. Como todos perros. Debo aprender a ladrar. Debo aprender a ladrar. Perros comprando, comiendo en restaurantes, en los colegios, perros en colectivo. Universitarios, perros doctores. Perros juzgados. Perros en tele. Tarascones a la yugular, los dientes filosos, la baba espesa. Sé de su daño, sé de sus promesas. Debo aprender a ladrar y correr liebres.
Sueño con perros, de traje, perros cucaracha. Perros ciegos. Perros que sufren, como simples perros.
Poco importa que quiera abrazarlos, ellos pronto son ceniza, no creen su realidad.
Parecen jugar conmigo.
Debo aprender a ladrar. Sólo a ladrar.
Bajo del bondi.

una oda a una perra

¡oh muchacha!
ese flan va directo
a tus caderas

puedes maldecir
o cerrar tu boca
para que sea más sencillo
que no entre
allí
postre alguno

¡oh pechos de miel!
no engordes más
probá con un yogurt

¡oh beleza!
¡endemoniada mujer!
no reniegues
de tu figura
mientras hincas el diente
en esa barra de chocolate
con almendras

¡oh hipócrita
tierna dama!

no caigas en la parrillita de la esquina
en momentos de bajón
ni pienses
que encontrarás
compañía con ese jorgito

¡oh oh oh!
¡oh! rellenita doncella
olvida ya las tortas
olvida
los cañoncitos
las pasta frolas

oh muchancha
quédate hasta el alba
recuerda tus épocas esbeltas
y concéntrate
en tu respiración

¡no! ¡espera!
¡no bajes al kiosco!

así la balanza
nunca será empática
contigo

¡oh miserable
astuta pendeja!
no solicites mantecol
no veneres los turrones
desecha la idea del nutella

porque en el alma
habita lo etéreo
y vas engordar
hasta tu alma y dime
¿cómo piensas volar
con un pesado
violento secreto?

Una oda a una yegua

¡Flatulencias! ¡Esplendores! ¡Merengues! ¡Odalisca en pausa! ¿Hasta cuándo sostendremos este romance, basado en dulces después del sexo?
¿No es hora de entregarnos un poco más?
¿Acaso no hay cosas maravillosas de que hablar?
¿Por qué te callas, por qué masticas?
¿Porqué disfrutas tanto, pero tanto?
Tiempo atrás me preguntaba qué sucedería si tuvieras que elegir entre un frasco de cerezas en almíbar o yo. Ahora que lo dices, sé la respuesta.
Soy una cereza.
Y no creo que dure mucho, cerca tuyo. Cerca de ti, de tu boca acechadora.
Pronto seré parte de tus propios desechos, y allí no inspiraré ternura.
Seré un cuerpo hasta que aprietes el botón y viaje (rápido, desintegrándome) por tuberías, tuberías, tuberías hasta el hermoso mar.
Allí flotaré por siempre.
Siempre: es preciso elegir entre la abundancia o lo exquisito. Como todo hombre, soy edulcorante para ti.
Le pido la mano a la vanidad y te canto esta pequeña oda, yegua con lencería. Lo que tengo es perfecto. Hoy es perfecto.

***

silencio silencio silencio que me desesperas

meditamos para traer al agua
meditamos para traer al agua
meditamos para traer al agua

nosotros río
nosotros mar

tomamos agua

nosotros nos bañamos en nosotros

nosotros lago
lluvia
agua mantra charco

nosotros agua

nos tomamos
para conocernos

nos
otros
somos
nues
tros

¡inventémosnos!

nosotros lágrima
agua mantra océano

nosotros canción
nosotros cascada

refugio de nosotros
el silencio
para crear
nuestras creaciones

nosotros somos nuestros
y nosotros somos nuestros símbolos

caemos
día a día
en nuestro cuerpo
nosotros somos tan nuestros
que nos atraemos
para fundirnos
más allá de nosotros

meditamos para traer al agua

anoctumbrado

Ella es el caballo descarriado que encabeza el malón. Sabe que es la hora de la redención, después de tantos años de soportar la libertad.
Ella escribió, cierta vez:

¿Por qué esconder los huesos?
¿Por qué llamó?
¿Por qué otra noche fumando?

¿Por qué los amaneceres se tiñen de borrachera?
¿Por qué voy otra vez al mismo lugar?
¿Por qué caminás en zig-zag?
¿Por qué olvidás lo que decís?
¿Y por qué no recuerdas lo que hablamos?

¿Vos también elegís el mismo lugar?

¿Por qué vos, desnudo en mi cama, tus labios, tu mirada inerte?

¿Por qué circulamos sin sentido, en sentido circular?
¿Por qué otra vez? (el mismo lugar)
¿Por qué escribimos, por qué creemos?

¿Por qué fuma la noche?
¿Por qué duermen los sueños?

¿Por qué vamos al mismo lugar
de la mano
como si no estuviésemos perdidos?

¿Por qué motivo causa o razón existen las palabras?
¿Por qué somos palabras?
¿Y por qué hacemos leyes con nosotros?

¿Por qué sostenemos la belleza?

¿Por qué tu desnudez, mi cama, por qué tus labios míos?
¿Por qué respirar juntos?

¿Por qué te vas?
¿Y por qué te aburro?

¿Por qué fuma la noche?

¿Por qué me escupe a la calle?
¿Por qué los amaneceres se tiñen de borrachera?
¿Por qué elijo verla con su cigarro?

¿Acaso vamos al mismo lugar?

¿Será hedonismo? ¿Facilismo? ¿Peronismo?

¿Por qué brillan las cruces?
¿Por qué odian los mediocres?
¿Por qué motivo causa o razón existen las palabras?

¿Por qué descuartizar una persona?
¿Qué vi después de su carne?
¿Por qué recuerdo el sabor su cuerpo?
¿Por qué tu desnudez, mi cama, los labios rojos, y tu mirada inerte?

¿Por qué vamos al mismo lugar?
¿Por qué la muerte se pasea con nosotros?
¿Tan bien huele su sangre?

¿Y por qué no recuerdo lo que hablamos anoche?
¿Por qué necesito ese lugar? ¿Qué hay allí?

¿Por qué no se escuchan las buenas nuevas?
¿Acaso vamos al mismo lugar?


***

ver cada cadáver

Transitó el camino al pueblo con la pesada carga de ignorar el poder de las palabras.
Sonrió.
Su locura pasó desapercibida entre la turba apelmazada.
Compró en el gran-mercado. Granos, harina.
Las bolsas rezaban, felices fiestas.
Robó un queso Holandita, más caro que el resto de la compra.
Salió.
Los demás, sus cigarros y teléfonos. Él no sentía demasiado, pero de todos modos su cuerpo creía en la felicidad. Al menos en la suya propia.
Volvió a su pequeña casa en el bosque. Prendió una vela y el equipo de música. Su corazón tomó impulso, aunque su mente mandaba al cuerpo como la mafia, como la mafia. Su carne, su inercia, le reclamaba inventarse.
Intentó escribir lo primero que se le viniera a la mente, pero su mente estaba en otro lado.
Pensó.
No soportaba a Jobim, ni cualquier otro tipo de melancolía perfecta. La lógica permanecía, sí, pero sin sentido: se le habían acabado los parámetros para medir su nivel de estanque.
Se fue a dormir casi sin querer, como quien ignora la magia del sueño.
Durmió dos horas. Amaneció de madrugada, de noche, con el sabor amargo de ver una sola cara de las cosas. Decidió por un libro. “–Buenos días– dijo el Zorro. –Buenos días– respondió cortésmente…” Sintió que el libro había mutado, que era una entidad viva donde la magia alteró, físicamente, letra por letra.
Su cerebro se relajó. Es un buen libro, uno de los pocos.
Pero el desvelo seguía allí, de pie, humeante. Y nada que hacer.
La cabeza tapada, el corazón vacío.
La noche convertida en un infierno. Y la pared con rectángulos llenos de luz pasada. De bocas juntas, templadas.
Afuera el viento, ese que siempre le inspiraba sabiduría, le pareció profundamente cínico. Pensó en abrir la heladera, llamar por teléfono, hacer un licuado, batir unos huevos. Vagaba por la casa del bosque con la idiotez de quien ignora ser un artefacto.
Quiso que su alma se manifestara de forma indudable, para dormir sin reproches, nada más. Pero es una eternidad lo que le lleva a la vida convertirse en alma.