...como es triste la prudencia...

Tenemos Israel y Palestina. Jim Carrey y Francella. Peronistas estúpidos imberbes y los del palco. Vacas fuertes que comen pasto y pasto que come sol. Países imperialistas y en vías de desarrollo (bélico). Esotéricos y materialistas. Empleados y líderes sindicales, trabajadores y empresas. Negros de alma blanca y negros carne de cañón. Tecnópolis y gente que saca agua del río. Agricultura y desmonte. Ejecutivos y hippies. Abejas en el monte y gente en la ciudad. Verdades ganadas con esfuerzo y mentiras que asumimos fácilmente; el largo de toda una vida.

El consenso supera a la democracia en solidez. En cualquier dualidad la línea divisoria no va por la mitad, y se prolonga más allá de la esfera que la contiene. El razonamiento nos sirve para conocer. También construye nuestra identidad, de individualismo e individuación, cada idea termina por reforzar una idea ya existente o emprende la búsqueda de ser válida en sí.

Como buen occidental mi vida está constituída gracias a productos e inventos, mecanismos e instituciones, que de no haber existido no estaría aquí, como tantos otros. Por decirlo de manera esquemática, somos hijos del petróleo. Pero esta condición de “occidental” no significa estar de acuerdo con la lógica extraccionista del máximo beneficio monetario, y, sobre todo, que sea sólo el petróleo la única fuente de energía capaz de abastecer al resto del sistema.

Seguir este camino hasta que la basura nuclear-académica nos tape, es vivir con la certeza de que sufriremos interminablemente. Nadie puede ser dueño del planeta, digamos que él se corresponde con otros patrones. Aunque con esa lógica bombardeen nuestras cabezas desde que nacemos, es insostenible cualquier modelo extractivo de esta voracidad. Acumular no es igual a ser feliz.

No es tan dificil darse cuenta que el respeto por el prójimo, o por el medio ambiente (ese prójimo que a todos contiene), no es materia de índole ideológica, sino una herramienta colectiva para materializar una cultura. Hoy “impera” la cultura bélica, de consumo, la radio escupe y chilla su marketing de baba. Hoy es la cultura de la imagen, y quien controla la imagen controla la cultura. Pero siempre hay grietas. Más duro que el concreto, son los yuyos que están debajo; nadie comprueba científicamente cómo hacen para salir. Lo cierto, o lo que dicen mis ojos, es que ahí están.

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