...descalzo...



Vivo la erosión, el viento implanta escamas en mi piel. Soy propietario de la humanidad; podría resultar fácil decirlo, pero no lo es, porque soy un hombre, uno que caminó décadas enteras, que hizo y deshizo siempre lo mismo.
Entra a un lujoso prostíbulo, toma cocaína con un billete que al día siguiente entregará en carpeta de cuero con papeles firmados. Whisky caro, putas caras, auto caro. Borracho le bailan en el caño, deambula por la ciudad: encarna el bienestar.
Mi inacción me transformó en un espectro que ronda las calles. No como, no opino, no abrazo. Vivo del insomnio, en amor eterno con la noche bruja hermosa.
Alguien vende su teoría de problema social. El que nada tiene usa su maravillosa vida en ganarse la vida. Es la angustia que te come el pecho, es la pregunta qué vamos a hacer a los gritos, es la certeza de no tener un plato de comida, trabajo, vocación.
Ojos de odio, mocos viejos, ropa andrajosa. Los trenes de siempre una y otra vez. Las monedas a sus padres. La filosa mirada de la gente es otra paliza.
La calle revienta termómetros. Todos te quieren cobrar peaje, tener el poder de paso. Nadie regala una baldosa. Van rápido, parece que hacen cosas, viven la demencia naturalmente. Luego enferman, caen, pero al recobrarse se creen más importantes.
Vivo alerta de no ser descubierto: no hago nada.
Sin embargo les tendí una trampa: nadie me ve.
Caerán: el infierno les espera con un mal viaje de verdad. Por cada día en sus islas exclusivas, por cada línea de tren de merca, por el uso indebido de plata ajena. Por obligarnos a usar zapatos y ellos ser la piedra.

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